El ser humano sólo es capaz de prever con la suficiente antelación aquellos acontecimientos
que se aproximan a velocidad constante, es decir, que pueden ser medidos y que encajan
con un patrón conocido. Lamentablemente, todo lo relativo a los sistemas de la información
cambia en una progresión geométrica lo cual supone un reto para nuestro cerebro.